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La Tabla de la Yedra: un oasis con aguas tranquilas en medio de la llanura manchega

A escasos 2,5 kilómetros de Piedrabuena, donde las sierras de la Cruz, las Majadas, los Canalizos y las Tierras Buenas abrazan el horizonte, el río Bullaque se detiene un instante para regalarnos uno de sus tesoros: la Tabla de la Yedra. Un remanso de agua y vegetación que, como un oasis en medio de la llanura manchega, se ha convertido en refugio para quienes buscan un día de calma, naturaleza y aire puro.

La Tabla de la Yedra: un oasis con aguas tranquilas en medio de la llanura manchega
Río Bullaque a su paso por Piedrabuena. Imagen: Ayto de Piedrabuena

Aquí, el río se ensancha y crea un embalse natural de casi un kilómetro, de aguas tranquilas y cristalinas, perfectas para un chapuzón o para deslizarse en kayak, que se puede alquilar in situ. A su alrededor, el visitante encuentra mesas y barbacoas para saborear una comida al aire libre, zonas para que los niños jueguen, un chiringuito que prolonga el día hasta la cena y dos pasarelas de madera que se adentran en el agua, como si quisieran acompañar al río en su viaje.

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La Tabla es también tierra de pescadores, que acuden en busca de carpas de gran tamaño, y punto de partida de rutas que invitan a explorar. Una de ellas recorre tres puentes sobre el Bullaque en un paseo de cuatro horas, bajo la sombra de sauces, álamos, fresnos y olmos. Nutrias, martines pescadores y cigüeñas negras son algunos de los compañeros de camino para quien afine la vista y el oído.

La Tabla de la Yedra: un oasis con aguas tranquilas en medio de la llanura manchega
Imagen: Turismo Ciudad Real

Otra senda asciende desde la ribera hasta el Castillo de Miraflores, una fortaleza islámica del siglo IX-X que vigila el valle desde lo alto del monte Cerrajón, a más de 700 metros de altura. Y para los caminantes incansables, existe la opción de seguir el cauce hasta Luciana, en un recorrido de ocho kilómetros que guarda el rumor del agua como banda sonora.

La Tabla de la Yedra, visitada cada año por miles de personas, no es solo un lugar para bañarse o pescar. Es un rincón donde el tiempo parece ir más despacio, donde el frescor del río y el canto de las aves invitan a detenerse, respirar y recordar que, a veces, la naturaleza guarda la mejor forma de descanso.

La Tabla de la Yedra: un oasis con aguas tranquilas en medio de la llanura manchega
Imagen: Viajesporcastillalamancha.es