martes, 28 octubre 2025

Caminar sobre lava antigua en Ciudad Real: una escapada al Cerro de los Santos

Entre coladas de lava y llanuras infinitas, el cerro de Porzuna conserva la memoria de un fuego antiguo y un paisaje que invita a detener el tiempo

Comparte

Muy cerca de Porzuna, donde el horizonte se abre en ondulaciones suaves y el aire huele a campo, se levanta el volcán del Cerro de los Santos, un vestigio silencioso de la tierra que ardió hace miles de años. Su cima, coronada por la ermita de San Isidro, ofrece un refugio de calma y vistas que se pierden en la inmensidad manchega. El camino que lleva hasta allí serpentea entre olivos y encinas, ascendiendo poco a poco hacia un lugar donde la historia y la geología se dan la mano.

El volcán, monogénico y de contornos imponentes, nació de una sola erupción que derramó lava en todas las direcciones. Aún hoy, sus laderas conservan escorias negras y rojizas, cicatrices de aquel estallido que dio forma al relieve. Desde la distancia, su silueta recuerda una gran cúpula que se alza sobre la llanura, como si custodiara un secreto antiguo bajo su piel de piedra.

Vinícola de Tomelloso
Caminar sobre lava antigua en Ciudad Real: una escapada al Cerro de los Santos
Imagen: Turismo Ciudad Real

En este paraje se cruzan los ecos de los celtíberos, que un día levantaron sus fortificaciones en torno al cerro, aprovechando su posición dominante. Al recorrerlo, el visitante camina sobre la memoria del fuego, rodeado por las sierras del Trincheto, de Utrera y del Pico, y con el Parque Nacional de Cabañeros muy cerca, como una prolongación natural de este paisaje de contrastes.

Llegar hasta el volcán es sencillo: desde Ciudad Real, por la CM-412, o desde el norte por la CM-403, basta tomar el desvío hacia el camino que conduce a la ermita, partiendo de la carretera que une Porzuna con Las Casas del Río.

Caminar sobre lava antigua en Ciudad Real: una escapada al Cerro de los Santos
Imagen: TurismoCLM

Cualquier época del año es buena para dejarse conquistar por este lugar. Solo hace falta ropa cómoda, calzado firme y unos prismáticos para observar desde lo alto cómo la llanura se extiende hasta el horizonte. Allí arriba, con el viento como único compañero, el Cerro de los Santos recuerda que incluso los gigantes dormidos tienen su propia voz.

Más noticias

+ noticias