No hace falta viajar a Islandia ni a las Islas Canarias para contemplar los restos de antiguos volcanes. En pleno corazón de Castilla-La Mancha, cualquiera puede adentrarse en un paisaje donde la tierra aún conserva las huellas del fuego. Son los Castillejos Volcánicos de La Bienvenida, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), un paraje espectacular que forma parte del Campo de Calatrava, una de las zonas volcánicas más singulares de la península ibérica.
Declarado Monumento Natural el 5 de octubre de 1999, este enclave ofrece un recorrido por el tiempo y la geología. Sus tres centros eruptivos —conocidos como castillejos— emergen del terreno como testigos silenciosos de una erupción ocurrida hace millones de años, cuando el interior de la Tierra rompió la superficie a través de una fisura de un kilómetro de longitud. En su extremo noroeste todavía puede distinguirse una antigua colada, recuerdo petrificado del flujo de lava que modeló este entorno.

El conjunto, levantado sobre pizarras precámbricas, forma un paisaje imponente y de gran valor científico y estético. Las rocas oscuras, ricas en olivino, augita y nefelina, revelan el origen profundo de un territorio que combina historia natural, educación ambiental y belleza paisajística.
Pero los Castillejos no solo hablan de volcanes extinguidos. También son hogar de especies emblemáticas de la avifauna ibérica. En un paseo por el paraje, es posible ver planear sobre los cerros al buitre negro, al buitre leonado, al águila real o al milano real, que encuentran aquí refugio y alimento entre las elevaciones volcánicas.

El interés del lugar se multiplica al descubrir, en su centro volcánico del sureste, el yacimiento arqueológico de Sisapo, una ciudad romana levantada sobre los restos de asentamientos tartesios e íberos. Excavada desde la década de 1980, esta antigua urbe minera añade un valor histórico excepcional a un entorno ya de por sí extraordinario.
El acceso al monumento es libre y visitable durante todo el año. Desde la carretera CM-4202, basta con desviarse hacia La Bienvenida y continuar 850 metros para alcanzar el paraje. El recorrido no requiere más preparación que calzado cómodo y agua, pero promete una experiencia difícil de olvidar: caminar entre volcanes dormidos, sentir la historia bajo los pies y contemplar la fuerza de la naturaleza que, hace millones de años, dio forma a la tierra manchega.

Los Castillejos Volcánicos de La Bienvenida son, en definitiva, una invitación a explorar el pasado ardiente de Castilla-La Mancha, un lugar donde la geología, la historia y la vida se entrelazan para recordar que incluso en el corazón de la península laten las huellas de un antiguo volcán.