Desde 2007, la organización Hispania Nostra mantiene activa una herramienta de participación ciudadana para la defensa del patrimonio cultural y natural: la Lista Roja, un inventario de bienes que se encuentran en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Esta iniciativa tiene como objetivo visibilizar el estado de abandono o deterioro de elementos patrimoniales, sensibilizar a la sociedad y promover acciones que permitan su conservación y restauración.
Sin embargo, cuando los daños son irreversibles y el bien ha perdido sus valores esenciales, ese elemento es retirado de la Lista Roja y pasa a formar parte de la Lista Negra, donde se incluyen aquellos patrimonios que ya no pueden ser salvados. Lejos de ser un simple registro, esta lista representa una advertencia sobre las consecuencias de la inacción y del abandono prolongado, y una llamada a evitar que más elementos del patrimonio cultural español lleguen a este punto sin retorno.
En Castilla-La Mancha, varios ejemplos han sido incluidos en esta lista negra, lo que pone de manifiesto la fragilidad del legado histórico de la región y la urgencia de intervenir para frenar su desaparición:
La Casa de la Carnicería, un ejemplo de abandono urbano
La Casa de la Carnicería está situada en el número 8 de la calle Empedrada de Manzanares. Forma parte de una tipología tradicional de vivienda de piso alto o encamarado, documentada por el historiador Juan Antonio García-Noblejas como anterior a 1808. Su estructura y fachada reflejan el urbanismo histórico de la localidad, con más de dos siglos de antigüedad.
Sin embargo, según Hispania Nostra, su “deterioro creciente por abandono” ha llevado al colapso del interés institucional por su mantenimiento. A pesar de su potencial para preservar la identidad arquitectónica local, el inmueble se ha ido degradando hasta convertirse en un símbolo del abandono patrimonial.

El Palacio de los Arias, nobleza en ruinas
El Palacio de los Arias, ubicado en el casco histórico de Molina de Aragón, representa uno de los muchos palacetes construidos en la localidad durante su etapa de esplendor, entre los siglos XV y XVIII. La ciudad conserva otras construcciones similares como la del marqués de Villel, la casona de los marqueses de Embid o el Casino de los Garcés de Marcilla.
Este palacio de gran tamaño, con planta sótano, entreplanta, dos plantas superiores y una bajocubierta, combina muros de mampostería en su base con una estructura de madera en los niveles superiores. Sin embargo, desde la demolición del edificio contiguo, su pared medianera quedó expuesta, acelerando su deterioro.
Hispania Nostra ha alertado que “se han producido derrumbes parciales dejando al descubierto el interior” y que “el riesgo de colapso de la estructura de medianería provocó que en 2013 tuviera que ser apuntalado”. Actualmente, el inmueble amenaza con desplomarse y no ha habido avances significativos en su conservación, pese a tratarse de una propiedad privada.

El edificio de los Tintes, un eslabón entre la Cuenca antigua y la moderna
En pleno límite entre el casco histórico y la zona moderna de Cuenca, el edificio situado en la calle de los Tintes 41, esquina con Fray Luis de León 1, representa un ejemplo de vivienda tradicional conquense. Su construcción con piedra, cal y madera, y sus tejas de barro cocido, son característicos de la arquitectura popular de la ciudad.
El valor del inmueble no solo radica en su diseño, sino en su ubicación: dentro de los límites del área declarada Patrimonio de la Humanidad en 1996, y en una calle donde tradicionalmente se situaban los talleres artesanos dedicados a los tintes. A pesar de todo ello, se encuentra en un estado de abandono extremo, cercano a la ruina, lo que ha llevado a su incorporación en la Lista Negra.

Cargador de ganado de ovino de la estación de Cuenca
El último conjunto afectado por esta inclusión en la Lista Negra es el formado por los depósitos de agua, el muelle de carga y el cargador de ganado ovino de la estación de Cuenca. Se trata de una infraestructura de alto valor testimonial e industrial.
El cargador de ganado, por ejemplo, es una construcción rectangular de piedra natural con tres niveles adaptados a los vagones de transporte, una rareza en el patrimonio ferroviario regional. A esto se suman dos depósitos de agua elevados, expuestos a la intemperie, cuyo armazón metálico está muy deteriorado por el sol y el paso del tiempo.
El muelle de carga, aunque en mejor estado estructural, requiere una actuación urgente para retirar asbesto y eliminar pintadas que afean y degradan el entorno. El conjunto, propiedad de Adif y el Ayuntamiento de Cuenca, sufre la falta de protección e intervenciones periódicas, lo que podría conducir a su desaparición definitiva.

Desde Hispania Nostra insisten en que estos bienes han pasado por la Lista Negra, lo que significa que ya no es posible recuperar su valor original, pero sí es posible evitar que más elementos patrimoniales corran la misma suerte.
En esta línea, la situación en Castilla-La Mancha subraya la urgente necesidad de compromiso público y privado en la conservación de la historia material que aún sobrevive en nuestros pueblos y ciudades.