Miguel Ángel Rubio y su equipo de expedición formado por Silvia Navarro, Dani Orte, Javier Agraz, Jorge Sánchez y José Manuel Asencio, han cumplido su parte del reto ‘Kilimanjaro, la importancia del momento’ cuyo objetivo es, entre otros, conseguir 20.000 euros para la investigación contra el cáncer.
Hasta la fecha se ha logrado recaudar el 66 % del total, pero todavía quedan 40 días para poder realizar aportaciones. «Nosotros ya hemos cumplido nuestra parte del reto, que ha sido hacer cumbre. Ahora está en manos de la gente terminarlo», asegura Rubio, que añade que la expedición para coronar la montaña más alta de África ha sido un revulsivo para las donaciones, ya que «en poco tiempo hemos superado los 13.000 euros», y afirma haber regresado de Tanzania con gran satisfacción de haber logrado su reto personal y aunarlo con su anhelo de conseguir fondos para la investigación, según han informado los organizadores de este reto en nota de prensa.
Rubio ha recordado que esta experiencia vital vivida por el grupo de aventureros «quedará plasmada en el documental que ha filmado, y en el que ya está trabajando, Simón Noguera (Jorge Sánchez)».
Cabe recordar que tras superar un sarcoma, un tipo de cáncer raro que afecta a las capacidades motoras de Miguel Ángel, le dijeron que le costaría subir escaleras, pero con esfuerzo, ejercicio físico, buena alimentación y capacidad de superación, Rubio ha demostrado que puede conseguir lo que se proponga, pues en su expedición no solo han coronado el Kilimajaro sino que antes ascendieron al monte Meru para prepararse y aclimatarse a las condiciones que encontrarían en su desafío.
La ascensión al Kilimanjaro se produjo después de ascender el monte Meru como aclimatación. El 22 de enero llegaron a Londorossi Gate, la puerta de entrada al Parque Nacional del Kilimanjaro por la ruta Lemosho. Fueron cuatro de caminata, un paseo a unos 3.400 metros de altitud. «En esta etapa hicimos solo unos 100 metros de ascensión», señala Miguel Ángel que, además de los guías, tenían la ayuda de porteadores, «que cargaban con 15 kilos a sus espaldas para llevar las tiendas, la comida, los utensilios para cocinar, el baño portátil».
El día 23 se desplazaron de Shira Camp 1 a Shira Camp 2 por un valle alpino y pasaron de los 3.500 metros a los 3.895, un trekking de cuatro horas. El día 24 salieron hacia Barranco Camp, pasando por Lava Tower. «Aquí empezó a ser más durillo, ganamos 735 metros de desnivel, es una enorme roca de origen volcánico. Luego bajamos a Barranco Camp y perdemos 680 metros de altitud. Los descensos para mí son muy duros, pero el paisaje era impresionante con escaleras naturales de piedra, el agua circulando por nuestro lado, empezó a nevar* Muy emocionante», afirma Rubio.
Tras ocho horas de caminata, llegaron a Barranco Camp, a casi 4.000 metros. «Enfrente empezamos a ver el reto que nos esperaba al día siguiente: Barranco wall, una gigantesca pared casi vertical que desde lejos se nos antojaba imposible de subir, pero conforme te acercas compruebas que el sendero que lleva a su cumbre es posible subirlo, tiene un sendero que no es tan difícil, pero fue otro reto para mí porque tuvimos que plegar los bastones y subimos estilo mono, usando pies y manos. La progresión fue lenta y Jorge demostró una vez más su valor y coraje venciendo a su vértigo», cuenta Rubio.
Ganaron 300 metros de altitud en dos kilómetros, «pero la vista del Meru al fondo y los glaciares del Kilimanjaro enfrente fue increíble». La siguiente parada en el camino fue Karanga Camp, donde se unen otras rutas «y sabes que están llegando por el mal olor a pis y excrementos, empieza a haber basura por la montaña. Es una de las cosas negativas que me traigo del viaje», afirma.
De ahí llegaron al campamento base, Barafu Camp, donde empieza la ascensión al Kilimanjaro. El 26 de enero subieron por la cordillera de Barafu pasando de 4.000 a 4.600 metros, ya estaban más alto que en el monte Meru y el mal de altura ya se dejaba notar con más intensidad.
Tras un ligero descanso para aclimatarse, iniciaron la ascensión a la cumbre de madrugada, el día 27 de enero. «Subimos a ritmo muy lento, a cierta altitud te falta el aire, no puedes respirar, te da sensación de ahogo y ahí nuevamente tienes que poner tu mente a funcionar, serenarte y decirte a ti mismo que no pasa nada, porque si entras en pánico empiezas a hiperventilar y ahí es cuando te ahogas de verdad. Solo tienes que seguir más despacio», explica Rubio que añade que «cuando no puedes más, comienza otro proceso mental, piensas en tu familia o vas pensando en cosas que te ayuden».
«Yo pensaba en mi hijo, Miguel, en que sepa algún día el esfuerzo que hice con mis limitaciones y por qué lo hice para que él comprenda y le sirva de ejemplo para ser mejor persona y gestionar mejor su vida. Pensaba también en el primer paseo que me di por el pasillo del hospital con el cuerpo lleno de grapas, ayudado por mi mujer, Eva, con cables y goteros cogidos al cuerpo y ahí sí sentía dolor».
Además confiesa que él tuvo otra sensación. «Me dormía de pie. También es síntoma del mal de altura y el peligro que entraña si no vas acompañado es que te puedas dormir y mueras por hipotermia».
Así llegaron a Stella Point, a 5.735 metros, el borde del cráter principal del Kilimanjaro. «De ahí a la cumbre quedan unos 150 metros, pero ya ha pasado lo peor». Así subieron a la cumbre, «al techo de África». Sin embargo, a los diez minutos, les obligaron a iniciar el descenso, ya que «es peligroso quedarse ahí más tiempo porque puedes sufrir efectos agudos del mal de altura, que en los caos más graves pueden desembocar en un edema pulmonar o cerebral».
La bajada fue muy dura para Miguel Ángel. Desde la cumbre del Kilimanjaro (Uhuru Peak, 5.895 m) descendieron a Barafu Camp y tras comer y descansar un rato continuaron con su descenso hasta Millenium Camp a 3.803 metros, bajando casi 2.100 metros tras unas 15 horas después de iniciar la ascensión. «Conforme vas bajando notas que te vas encontrando muchísimo mejor, aunque la sobrecarga en la pierna está ahí, pero el cansancio por el mal de altura va desapareciendo», relata.
Cualquier persona puede hacer una donación, a partir de 5 euros, que es desgravable, a través de la Asociación Española Contra el Cáncer en el enlace: https://sumate.mireto.contraelcancer.es/campaigns/Kilimanjaro-La-importancia-del-momento-Cumbres-contra-el-cancer.