La Semana Santa en Argamasilla de Alba se inició con un conmovedor pregón que tuvo lugar el pasado sábado, 23 de marzo, en la Iglesia Parroquial San Juan Bautista. María Ángeles Moreno López, con la colaboración de la Agrupación Musical “Maestro Martín Díaz” dirigida por Miguel Carlos Gómez Perona, dio inicio a unas jornadas de recogimiento y espiritualidad, compartiendo con los asistentes su íntima relación con la fe y su experiencia personal como madre en busca de esperanza y en algunos momentos consuelo, con una voz que resonaba tanto en el alma como en los muros centenarios del templo, marcando el inicio de una semana de devoción y reflexión.
El acto contó con la presencia de la alcaldesa, Sonia González, y varios miembros de la Corporación municipal, que quisieron apoyar con su presencia a la pregonera en el inicio de unos días muy importantes para todos los cristianos.
Moreno, en su intervención, habló de su relación personal con Dios, compartiendo experiencias desde la perspectiva de una mujer que anhelaba un hijo, mientras una madre perdía al suyo. Pero no solo compartió sus experiencias de vida marcadas por la tristeza y la adversidad, sino también cómo su fe le proporcionó la fortaleza para superar esos momentos. Su relato fue un testimonio de la transformación personal y la redención que encontró en su camino hacia Dios. Además, resaltó la alegría que encuentra en su labor de catequesis, enseñando a los jóvenes a acercarse a Dios y transmitiéndoles la importancia de la conexión espiritual.
El acto estuvo enriquecido con la participación de la Agrupación Musical “Maestro Martín Díaz”, que con sus interpretaciones contribuyó a rememorar, junto a la pregonera, los momentos más significativos de la Semana Santa.
Así Moreno, tras recorrer los días de la Semana Santa, destacó la transcendencia del Sábado Santo, un día de profundo recogimiento y reflexión, entre la muerte y la resurrección de Jesús. Un día en el que las imágenes no salen a la calle, en el que no se exteriorizan los sentimientos, en el que se evoca la angustia de la Virgen María ante la crucifixión de su hijo, pero en el que también se encuentra la promesa de la fe y la resurrección. La pregonera concluyó con una poderosa afirmación: “Nadie vive eternamente en Sábado Santo”, un mensaje que resonó con fuerza entre los asistentes, llenándolos de esperanza y renovación espiritual.