Este sábado 12 de agosto se celebró el «abrazo al agua». Esta iniciativa surgió a raÃz del desastre que sufre el Mar Menor en Murcia, que, como sabemos, se debe a la presencia masiva de pesticidas y abonos quÃmicos que llegan a sus aguas desde los cultivos cercanos. La mortandad masiva de peces fue la señal de que algo grave está pasando, y aún no sabemos si será irreversible.
En una reunión de afectados por las macrogranjas, otro gran peligro para nuestras aguas, celebrada la pasada primavera, participaron miembros de colectivos que luchan por la recuperación de este enclave murciano. Propusieron la idea de dedicar un dÃa a este abrazo al agua, idea que la asociación «Amigos del RÃo Bullaque» adoptó desde el primer momento.
Un grupo de vecinos de distintas creencias y, en algunos casos, de diferentes militancias, se unieron alrededor del rÃo Bullaque formando una cadena humana. No hubo representantes polÃticos, y no se les echó de menos; suponemos que estarÃan en alguna de las frecuentes procesiones de estos dÃas de agosto. Las Tablas de Daimiel también fueron un punto de encuentro, asà como la Fuente de Neptuno en Madrid, sin olvidar la larga cadena humana que rodeó el litoral del Mar Menor.
Habrá quienes piensen que esto es un asunto de «perroflautas» y «hippy lovers». Tal vez estemos pasando por alto que empieza a ser peligroso beber agua del grifo por su alto contenido en nitritos o bañarse en un rÃo que agoniza. Y este rÃo agoniza porque, debido a esos vertidos, las algas y plantas impiden que la luz solar llegue al fondo, causando la muerte de la vida acuática.
Tenemos escasa agua y de mala calidad, y aún asÃ, nos empeñamos en desperdiciarla en cultivos antinaturales, costosos tanto social como ambientalmente. Producimos uvas, regadas con esfuerzo, para vender al granel a precios irrisorios. Tanto es asà que en una gasolinera, una botella de agua es más cara que una de vino. Y no aprendemos.
Somos responsables de nuestra situación, y se es más responsable cuanto más poder se tiene.
No puedo evitar parafrasear al gran Ernesto Cardenal cuando dice:
«Debe quedar abolida para siempre la libertad… La libertad de preferir lo injusto.»