Hoy, Día de la Hostelería, es un buen momento para acordarse de todos los que dedican su vida al apasionante y sacrificado mundo de la hostelería. Dicen los estudiosos que nos encaminamos hacia una civilización del ocio, en la que irá teniendo una especial trascendencia el tiempo que dedicamos a nosotros mismos; una civilización en la que el trabajo tendrá su importancia, por supuesto, pero buscaremos más y mejores ofertas para el descanso y la socialización.
Los españoles y los albaceteños tenemos mucho adelantado en la transición a esa civilización del ocio. Porque para nosotros, pasar buenos ratos fuera de casa es una costumbre que heredamos de nuestros padres y que mantenemos con orgullo. Algo tendrá que ver el clima, claro. Pero además, hay una idiosincrasia y una forma de ser, una cultura meridional que hace que los bares y restaurantes sean lugares donde nos sentimos a gusto.
Trabajar en la hostelería es una ocupación tan digna como necesaria. Se trata de un sector económico que da empleo a muchos, con experiencias empresariales cada vez más potentes y una capacidad de adaptación asombrosa. La evolución de los tiempos nos ha ido alejando a los albaceteños del sector primario, y por desgracia nunca pudimos llegar a los niveles de industrialización de otras zonas de España; pero no cabe duda de que Albacete ha sabido apostar por el sector terciario, y muy especialmente todo lo relacionado con el ocio y la restauración. Tenemos una hostelería del máximo nivel, comprometida y valiente, como demostró en los duros tiempos de la pandemia; una hostelería que sabe atender a los clientes con la seriedad y el respeto que todos merecemos.
Pero ese respeto se da siempre en una doble dirección: los hosteleros respetan a sus clientes, y los clientes respetamos a nuestros hosteleros. Los respetamos porque somos conocedores de su profesionalidad y de la gran labor social que llevan a sus espaldas.
Los hosteleros son los verdaderos protagonistas de la vida social en Albacete, con sus locales abiertos a todos, que promueven el encuentro y el acercamiento entre familiares, entre amigos, entre compañeros de trabajo. En los bares y restaurantes de Albacete se come y se bebe, pero sobre todo se convive. Reuniones familiares, cenas de amigos, desayunos de trabajo, cafés compartidos, vermús o cañas, tertulias, encuentros para comprar o vender… Todo puede hacerse en la barra de un bar, en el velador de una terraza, en la mesa de un restaurante o en la recepción de un hotel. La vida, con sus celebraciones y también con sus penas, con sus obligaciones y sus descansos, con sus placeres y sus problemas, se vive en los establecimientos hosteleros.
Desde el Ayuntamiento estamos convencidos del valor que tiene la hostelería, y de su protagonismo en el día a día nuestra ciudad. Sabemos de la apuesta que hace la Asociación Provincial de Hostelería por la unidad del sector y por la calidad del servicio, y los consideramos nuestros aliados en el afán conjunto de hacer una ciudad más amable y más atractiva. Porque gracias a la hostelería tenemos una ciudad más atractiva para los que aquí vivimos, pero también para los que puedan visitarnos, puesto que conviene no olvidar que la hostelería es un potente imán para atraer un turismo que nos dará nombre y lo que es más necesario, nos dará progreso y desarrollo.
Por todo ello, quiero enviar mi más cordial felicitación a todos los que trabajan en la hostelería, y mi agradecimiento por su contribución a hacernos la vida más agradable como individuos y más próspera como sociedad.
