Estamos asistiendo a una agresiva e insólita campaña insulto-publicitaria de García Carrión contra Félix Solís.
En concreto, se trata de comparar el precio de dos vinos de ¿reserva? en los lineales, en ambos casos muy ajustados. Seguramente es tan legal como poco elegante.
Cualquiera que conozca un poco la mecánica de márgenes por canal y de costes de todo tipo, incluyendo financieros, que en el caso de un vino de reserva, son significativos, seguramente, se pregunta cómo esto es posible.
Es difícil descifrar el misterio, y es fácil deducir, que hay un daño colateral implícito a los productores, y un daño de imagen de la D.O. Valdepeñas explícito, y al vino de Castilla-La Mancha, en general, de rebote.
No es de extrañar que cada vendimia los viticultores tengan que pelear por un precio, no ya digno, sino que cubra sus costes, ni sorprende que cada vez sea más frecuente el arranque de viña y el abandono de la actividad, especialmente por los jóvenes.
No sabemos que piensa la Consejería de Agricultura del asunto, que ostenta la presidencia del consejo regulador que acoge a estos dos colosos en contienda, porque suponemos que piensa, claro.
Esta empresas son necesarias, no cabe duda, pero uno no puede dejar de darle vueltas que pasaría si, estos actores tan potentes se decidieran a competir por ver quién lo hace mejor y no por ver quién lo hace más barato.
Es posible que todos, incluyendo Félix Solís y García Carrión, saliéramos ganando.