Creían algunos que Sánchez había llegado al tope de autocomplacencia, de engaños, de promesas incumplidas y de negar la evidencia, pero quienes así pudieran haber pensado se han llevado un “chasco”, porque el presidente del desgobierno Sánchez ha añadido una más -que no creemos, lamentablemente, que sea la última- de sus ocurrentes manipulaciones de la verdad al hacer el balance sobre su gestión y de la situación de España en este año 2021 que acaba de terminar. Vayamos por partes. Primero el escenario, el formato y la actuación: lo hace en Moncloa bajo un enorme cartel con la siguiente frase “cumpliendo, informe de rendición de cuentas del Gobierno”. ¿Le llama cumplir a los pactos que ha realizado con Bildu (herederos de ETA), nacionalistas y podemitas, pese a haber asegurado en los medios públicos y en campaña electoral que nunca pactaría con ellos? Con este simple incumplimiento, por su importancia, debería haberle bastado para que no se hubiera atrevido a poner el término “cumpliendo” en el cartel de fondo de la comparecencia.
No menos esperpéntico resulta el hecho de que en esta comparecencia ante los medios de comunicación no permite nada más que seis preguntas y, por si fuera poco esa restricción, su Secretario de Estado de Comunicación elige que medios/periodistas de los asistentes pueden preguntar. Y, ¡oh casualidad!, los 6 seleccionados fueron los medios más afines al gobierno (La Sexta, la Cadena SER, Televisión Española, Efe, El País y El Diario) gracias a la subvenciones recibidas de él. El resto de periodistas no pudo preguntar y a ese formato de comparecencia le llama transparencia y rendición de cuentas ¿Cabe mayor contradicción? ¿No hubiera sido mejor hacer la comparecencia en el Congreso y someterse a las preguntas y comentarios de los grupos de la oposición, en un momento tan crítico como el que atraviesa España? Yo creo que eso si hubiera sido una rendición de cuentas, como reza el slogan del cartel, y no el ¡Aló presidente! que utilizó, una vez más, y que tanto le gusta.
Entrando en materia sobre la exposición o contenido de la comparecencia la valoración de conjunto es que fue un alarde autosatisfacción, autocomplacencia, insensibilidad y complacencia. Nos presentó una España que vivía en un mundo de rosas propio de Alicia en el país de las maravillas y que no tiene ningún problema.
Si hablamos de economía no ha tenido en cuenta los múltiples informes de organizaciones internacionales que reducen el crecimiento previsto por el Gobierno para 2021. Sirvan de ejemplo: la (OCDE) que ha rebajado con contundencia las previsiones de crecimiento desde el 6,8% previsto al 4,5%, y en 2022, del 6,6% consignado por el Gobierno en los PGE al 5,5%. En la misma línea están los informes del Banco de España, Bruselas, Fondo Monetario Internacional, Funcas, PwC etc. etc. Pues bien, según Sánchez, todos se equivocan y solo él lleva razón y dice verdad: como si los números no fuesen suficientemente tozudos para imponerse a cualquier mentira y dejar a cada uno en su sitio.
En este país de idilio que nos ha pintado Sánchez en su comparecencia no ha tenido en cuenta ni la subida de los recibos de la luz ni la cesta de la compra. Para justificar lo primero presenta unos gráficos -por cierto bastante poco claros hasta en los colores utilizados- que no los entiende ni él para concluir que ha cumplido su promesa de que el precio de la luz estuviese al final de 2021 al que tenía en 2018. Es decir, dice lo contrario de lo que dicen nuestros bolsillos que sí están sufriendo esa subida, por no hablar de los pequeños empresarios y autónomos que, a los cierres por la pandemia, han de añadir los elevados costes de la energía, coste que, necesariamente, le hará subir los precios de sus productos y, consiguientemente, repercutirán en la inflación. Debe ser que en Moncloa no se note la subida de la luz, olvidando que 3,6 millones de familias españolas si lo notan y mucho.
Sánchez ha mentido en su comparecencia de forma, me atrevería a decir, patológica, en lo que se refiere a nuestra situación económica y los efectos que la pandemia ha tenido en nuestra economía. Mientras él nos afirma que somos el país que mejor hemos controlado la pandemia, olvidando los informes de organismos internacionales que aseguran justamente lo contrario. Es el caso del informe elaborado por The Economist, analizando cinco variables (La evolución del PIB, los ingresos de los hogares, el comportamiento de la Bolsa, la inversión de capital y la deuda pública), y en los países de la OCDE, ha determinado que la economía que mas ha caído ha sido la española.
Ni una sola palabra dijo Sánchez sobre el descontrol de la pandemia que hemos sufrido y estamos viviendo, olvidando los numerosos bandazos que ha dado el Gobierno y el desconcierto que ha generado en la población que van desde “no hacen falta mascarillas”, hasta imponerlas en la calle por Real Decreto; o desde “hemos vencido al virus”, a copiar, con meses de retraso, la decisión del gobierno autonómico madrileño de tratar de conjugar salud y economía.
Tampoco hizo ninguna mención en su comparecencia a las prácticas parlamentarias que ha utilizado durante la pandemia: proposiciones de ley en lugar de proyectos de ley que exigen informes de otros organismos como el Consejo de Estado; ha “colado” varias leyes ideológicas sin ningún debate ni con el parlamento ni con los sectores afectados, aprovechado el estado de alarma, por poner dos ejemplo: ley de educación y eutanasia; se ha negado, tozudamente y sin ninguna explicación (solo porque el no es no), ha hacer una ley sobre pandemias que evite la disparidad de criterios de actuación entre las 17 Comunidades Autónomas; o sobre la gestión de los fondos europeos de los que nadie sabe cómo se gestionan; por no hablar de las críticas que, institucionalmente, han realizado miembros del gobierno sobre el poder judicial; o del acercamiento de presos etarras al País Vasco; o de su dejadez para exigir el cumplimiento de la sentencia sobre la obligación de estudiar el 25% castellano en Cataluña.
Por extraño que parezca, en esta comparecencia de “rendimiento de cuentas del Gobierno” sí ha tenido espacio para criticar a la oposición, cambiando los papeles de un presidente en actos como este, y especialmente al PP, atacando su gestión durante los años de gobiernos de este partido y compararla con la que ha hecho él, sin tener en cuenta, por ejemplo, que el 60% del empleo creado en España en los últimos tiempos lo han creado Comunidades Autónomas presididas por el Partido Popular.
Ha callado sin ninguna mención, tampoco, como si de esos asuntos no tuviese que rendir cuentas, a las victimas habidas en la pandemia, a los indultos a los golpistas catalanes o que somos el país de la UE con mayor paro y especialmente juvenil.
En mi opinión, y a modo de resumen, ha sido una comparecencia de autocomplacencia, de mostrar su distancia/ausencia de los problemas reales de los españoles, de presentar una realidad inexistente (mentira) y de hacernos creer que, gracias a su gobierno, los españoles estamos en el país de Alicia y sus maravillas.