En el Día de la Región, Emiliano García Page se descolgó con esta frase: “Podemos es un caballo de Troya dentro del Gobierno” (entrevista en el ABC).
Recordemos que el caballo de Troya sólo fue un instrumento. Según la Odisea de Homero, quienes acabaron con la ciudad de Troya fueron los soldados que venían dentro del caballo.
Sin duda, Page es una autoridad en la materia, fue el primer presidente autonómico en meter en su gobierno a Podemos, y, por tanto, conejillo de indias para el pacto de gobierno que más tarde colocó en la Moncloa a Sánchez.
Ese caballo del que ahora reniega, y acusa veladamente de traidor, debía ser, según él un noble Rocinante y fiel escudero en su Gobierno social-comunista de la pasada legislatura. Pero la realidad y los hechos son tozudos y existen claros ejemplos de lo contrario. Todos recordamos la visita de García Molina (vicepresidente del Gobierno de CLM) a Oriol Junqueras, días previos a la declaración unilateral de independencia de Cataluña. Page ya tenía su caballo de Troya dentro del palacio de Fuensalida, y había entrado con llave en mano.
Esta situación nunca le pareció extraña a Page y al socialismo Castellano-manchego, acostumbrado, como está siempre, a ser él el que introducía caballos de Troya. Una práctica habitual del socialismo es la de introducir dentro de los movimientos asociativos a pequeños caballitos que van haciendo poco a poco proselitismo y convirtiendo el noble movimiento asociativo en activismo político a su favor.
Cuando hablamos de agua, lo que ha ocurrido es que el caballo de Troya siempre fue el socialismo castellano manchego, para aparentar defender lo que denotan con sus constantes promesas incumplidas.
Siempre colgándose la falsa medalla de la defensa del agua. Ni un hectómetro más en los pantanos de cabecera en sus más de 25 años de gobierno.
Siempre prometiendo futuras inversiones para la comarca ribereña. Ni un euro en sus infinitos planes de desarrollo.
Siempre constantes cambios de opinión: plan hidrológico si, plan hidrológico no, trasvases no, lámina de agua estable, mínimo trasvasable…
Siempre asegurando la finalización de las obras de abastecimiento de los ribereños: “A punto de terminar las esperadas obras de Morillejo para 74 municipios. En realidad, el escollo principal es el trazado de la línea de abastecimiento, y que no se ponen de acuerdo. Sólo falta desbloquear la situación”, decía el alcalde de Sacedón. Y así seguimos desde 2018.
La semana pasada, en el pregón de Córcoles, donde Torrecilla se vanaglorió de la buena gestión del gobierno de Page en pandemia (sin comentarios), ya escuchamos a los vecinos las quejas por las restricciones que ya empiezan a tener, a pesar de las continuas promesas de solución del problema.
Este problema también existe en el municipio vecino de Alcocer; donde Borja Castro, alcalde y vicepresidente de la asociación de municipios ribereños, en un bando de esta semana ha prohibido llenar piscinas a partir del 26 de junio. El pretexto es la sequía.
Le recordamos orgulloso, junto al consejero Martínez Arroyo, en abril del 2021 diciendo: Los Ribereños no necesitarán cisternas de agua este verano. Estamos en las puertas del verano y el problema persiste.
Es curioso como la beligerancia de los socialistas desaparece cuando la responsabilidad de la falta de abastecimiento es responsabilidad de Page y su incapacidad y servilismo frente a Moncloa.
Si Homero estuviera reescribiendo su obra clásica, podría decir que Page es esos soldados que salieron a mitad de la noche a acabar con las esperanzas de los ribereños. Vale la pena reflexionar de sus propias palabras.