Los menores ucranianos escolarizados se encuentran con una gran barrera inicial, el idioma, y necesitan atención emocional, pero también deben socializar y jugar con sus nuevos compañeros para encontrarse «lo más seguros y tranquilos posible» aunque hayan llegado en condiciones «muy difíciles» a España.
El colegio Divina Pastora de Toledo tiene cuatro niños ucranianos escolarizados, dos en la etapa de Primaria y dos en Secundaria, y su equipo directivo ha explicado a Efe cómo han abordado su objetivo de «garantizar que el acogimiento sea en las mejores condiciones posibles», dice la coordinadora de Orientación, Maite Rodríguez.
Este centro concertado ubicado en el Casco Histórico ha establecido tres fases (atención emocional, inmersión lingüística y parte académica) para recibir a estos alumnos «con los brazos abiertos».
La orientadora afirma que es «importante» que «intenten normalizar su vida lo más que puedan» porque socializar y jugar «es imprescindible para que se encuentren lo más seguros y tranquilos posible».
Una ventaja de este colegio tiene nombre de mujer: Halina Pylypchuk, ucraniana de nacimiento, que lleva veinte años en España y cuyo hijo estudia en el Divina Pastora, precisamente en la misma clase a la que acaba de llegar una niña desde Ucrania.
Cuando el lunes de esta semana llegaron al colegio dos nuevos alumnos ucranianos (otros dos ya habían llegado unos días antes), Halina estaba en la puerta de entrada, esperándolos, para hablar con ellos en su idioma «y para darles la bienvenida, tranquilizarles un poquito y decirles que estén tranquilos, que los van a acoger muy bien», subraya Pylypchuk a Efe.
Esta mujer va a acudir dos días a la semana al colegio, como voluntaria, para estar y hablar con ellos, de modo que los niños tendrán a alguien «que les entiende perfectamente en su idioma y a quien pueden decir cómo se sienten», agrega la directora del colegio, Sagrario Labrador.
Al igual que muchos otros ucranianos que residían en España, Halina Pylypchuk tiene allí a su familia, un cuñado, un primo y su ahijado combatiendo, y dos primas trabajando porque son médica y enfermera. «Intento ayudar todo lo que puedo a los refugiados que vienen, para lo que sea», dice al tiempo que critica la «invasión bárbara» de su país y la vulneración de derecho, en particular a mujeres y menores.
LOS «ALUMNOS DE REFERENCIA» LES EXPLICAN A QUÉ JUEGAN EN EL RECREO
Los primeros días para los nuevos alumnos han sido para conocer el centro y empezar con las rutinas de horarios. Tienen asignados «alumnos de referencia», que les explican, por ejemplo, cómo son los juegos para que al salir al recreo puedan unirse a los demás.
Los profesores tienen descargadas en sus móviles aplicaciones de traducción online para poder conversar con ellos, aunque alguno también se comunica en inglés, y el departamento de Orientación ha desarrollado pictogramas para identificar espacios del colegio y ayudar en necesidades urgentes que puedan tener (como ir al baño).
Es decir, la primera semana ha sido «para la rutina y la integración» y ahora, que ya conocen a profesores, compañeros y orientadores, comenzará el trabajo «más emocional».
Dos de estos alumnos ucranianos están en segundo de la ESO, en la misma clase: «vemos caras como de tranquilidad entre ellos, vemos que les genera tranquilidad ver que hay otra persona, a la que no conocían obviamente, pero con quien comparten lazos de procedencia y de idioma. Vemos que están mas tranquilos y eso es muy positivo», señala Maite Rodríguez. Y Halina añade que los ve «contentos» y le han dicho que les gusta el cole.
MIEDO AL ESCUCHAR EL TIMBRE DEL COLEGIO
Desde el inicio de la guerra de Rusia a Ucrania, hace ya un mes, este centro educativo ha planteado al alumnado lo que implica la guerra y la crisis humanitaria que está originando, y esto también es una manera de conocer cómo se pueden sentir sus nuevos compañeros y qué pueden hacer para que se sientan mejor.
La directora pedagógica de la ESO en el Divina Pastora, Sara Matilla, apunta que decidieron hacer partícipes al alumnado y que fuera consciente de lo que estaba ocurriendo porque «ellos hablan de guerra por las películas o los videojuegos pero esto es de verdad, no un cuento».
Por medio de Pylypchuk contactaron con una profesora de la Universidad de Kiev que habló por videoconferencia con los estudiantes de tercero y cuarto de la ESO y harán otra conexión para primero y segundo con un contenido «más adaptado a sus edades».
El 2 de marzo los alumnos de la ESO se concentraron ante la Catedral Primada para leer un manifiesto por la paz en Ucrania y hacer una oración ya que «como colegio católico consideramos que hay muchas formas de decir no a la guerra y una de ellas es la oración, como ha pedido el papa».
Los niños ucranianos escolarizados han vivido situaciones duras y sienten miedo cuando suena, por ejemplo, el timbre en el colegio o cuando escuchan los habituales sonidos de disparos desde la Academia de Infantería de Toledo, algo a lo que está acostumbrada la ciudad pero que ellos viven con temor.
La directora del colegio deja claro que no solamente ha sido el equipo directivo y docente el que se ha implicado con estos alumnos sino que las familias, la AMPA y en general toda la comunidad educativa se ha «volcado» ayudando a las dos familias ucranianas cuyos hijos han llegado al centro.
En Castilla-La Mancha hay 189 menores escolarizados, 44 de ellos en la provincia de Toledo.