Los vecinos de la comarca del valle del río Bullaque, en la provincia de Ciudad Real, han despedido 2022 con un multitudinario y primaveral baño en este afluente del río Guadiana cuyas aguas nacen en el entorno del Parque Nacional de Cabañeros.
Los atrevidos bañistas, al contrario que otros años en los que han tenido que desafiar las bajas temperaturas, han disfrutado de un día soleado, con cerca de 14 grados, y han podido decir adiós al año de manera festiva ante la atenta mirada de cientos de curiosos.
El baño en el río Bullaque, en el municipio de El Robledo, viene repitiéndose desde el año 1995 cuando por primera vez se zambulleron en las aguas de este río para celebrar que volvía a llevar agua después de que su cauce se secara, por primera vez, en el inicio de la década de los años 90 debido al largo periodo de sequía que se registró en España entre los años 1990 y 1995.
Entonces, este baño festivo adquirió un carácter reivindicativo que llevó a los vecinos a reclamar el caudal ecológico del río para que se mantuviera durante todo el año y desde entonces los vecinos de El Robledo y de otros municipios de la comarca del Valle del Bullaque han venido reclamando la protección de este río bañándose en sus aguas cada día 31 de diciembre.
Sólo en dos ocasiones, en 2020 y 2021, la pandemía les hizo faltar a la cita, pues en 2018, cuando el río apenas llevaba agua, decidieron bañarse con cubos de agua en las escasas charcas que quedaban en la zona de baño.
Un baño que ha vuelto a correr el riesgo de no celebrarse cuando a principios de este mes el cauce del río se encontraba completamente seco, si embargo la llegada del tren de tormentas provocados por la borrasca ‘Efraín’, que impulsó una corriente de aire muy cargada de humedad desde prácticamente el Caribe hasta la Península Ibérica, le devolvió al río toda su grandeza.
Según ha explicado a EFE la alcaldesa de El Robledo, Elena Tamurejo, este año no tenían «muchas esperanzas» de poder bañarse de nuevo, pero las últimas lluvias les ha hecho «uno de los mejores regalos del año».
«Sin agua en su río los pueblos de la comarca del río Bullaque son diferentes. Cuando no hay agua hay más tristeza y cuando el río vuelve a su ser natural la alegría lo inunda todo. Esa es la importancia del agua», ha valorado la regidora.
Jóvenes disfrazados y encumbrados en barcas y artificios creados por ellos mismos con materiales de desecho han surcado las aguas del río y tampoco ha faltado a la cita Martina Alonso que a sus 78 años sigue cada año fiel a darse un baño el día de San Silvestre y que ha comentado a EFE sentirse «feliz» de poder volver a bañarse este año.
También María del Mar Aranda, que a sus 67 años ha reconocido que por primera vez se daba un chapuzón en el río. «Llevaba muchos años diciendo que me iba a bañar, siempre lo veía desde fuera y me quedaba con las ganas, y al final nada, pero este año no he querido dejar pasar la oportunidad», ha asegurado tras salir del agua.
Susana, Álvaro e Isabel, del Club Natación Daimiel, se han sumado también a la fiesta del río y, aunque reconocían que el agua estaba «bastante fría», no han dudado en darse «un buen chapuzón».
Bajo un ambiente festivo, los vecinos han vuelto a recordar la importancia que tiene conservar el río Bullaque de amenazas como la falta de caudal ecológico, pero también de otros peligros «tan graves como este», caso de la posible instalación de una macrogranja en el entorno del cauce fluvial, contra cuya instalación vienen peleando por las consecuencias que traería para este municipio.
Han advertido, en este caso, la contaminación del suelo y de las aguas, además de los malos olores generados por los purines, de ahí que con este baño hayan pedido también a las autoridades ambientales su paralización.