A las 21:26 del 26 de noviembre, numerosas personas pudieron ver cómo una espectacular bola de fuego cruzaba el cielo nocturno. La mayoría de estos testigos, que inmediatamente se hicieron eco del fenómeno en redes sociales, se encontraban mayoritariamente en las zonas centro y sur del país. Este brillante bólido, que mostró varias explosiones a lo largo de su trayectoria, se produjo al entrar en la atmósfera terrestre a gran velocidad una roca procedente de un cometa. Fue grabado por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red SWEMN) opera en el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo). Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto SMART, que se coordina desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con el objetivo de monitorizar continuamente el cielo para registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar. También ha sido grabada por los detectores que este mismo proyecto de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto (Almería), La Sagra (Granada), Sevilla, Sierra Nevada (Granada), Ayora (Valencia) y Madrid (Universidad Complutense).
Este fenómeno ha sido analizado por el investigador responsable del Proyecto SMART, el astrofísico José María Madiedo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Este análisis ha permitido determinar que la roca que originó la bola de fuego entró en la atmósfera terrestre a una velocidad de unos 101 mil kilómetros por hora y procedía de un cometa. El brusco rozamiento con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que la roca se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 107 km sobre el sureste de la provincia de Albacete. Más concretamente, se inició cerca de la vertical de la localidad de Cancarix, próxima al límite entre las comunidades de Castilla-La Mancha y Murcia. Desde allí avanzó en dirección oeste, mostrando varias explosiones a lo largo de su trayectoria como consecuencia de la súbita fragmentación de la roca en la atmósfera. Finalmente el fenómeno luminoso terminó a una altitud de unos 59 km sobre la localidad albaceteña de Rala. En ese momento la roca quedó totalmente destruida, sin que ningún fragmento llegase a impactar con el suelo. La gran luminosidad de la bola de fuego hizo que se pudiera ver desde más de 500 km de distancia.