La Catedral de Toledo ha inaugurado este martes la restauración de su torre, una obra que, en palabras del arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chavez, es «un canto a Dios» y que ha concluido dos años después de que en octubre de 2018 cayese una piedra de su cornisa, a 40 metros de altura, que encendió las alarmas sobre el estado de conservación de la torre y propició los trabajos que ahora han concluido.
Una inauguración en la que, además de Cerro Chaves, también han estado presentes, entre otros, el presidente regional, Emiliano García-Page; la alcaldesa toledana, Milagros Tolón; el déan de la Catedral, Juan Miguel Ferrer; el delegado del Gobierno, Francisco Tierraseca; el presidente de la Diputación de Toledo, Álvaro Gutiérrez; el líder del PP en la región, Paco Núñez; el conservador y restaurador del templo, Antonio Sánchez; y el arquitecto, Juan Pablo Camblor.
El arzobispo de Toledo ha destacado que este es un día de «agradecimiento total y absoluto» a todos los que han trabajado en la restauración, «desde lo más visible a lo menos visible», y ha asegurado que este es «un momento importante» para la Iglesia porque significa que «apuesta por todo lo que sea el arte y la cultura».
«Nosotros vamos a trabajar por esta ciudad, por Toledo, por todo lo que significa en estos momentos ayudar en esta crisis. La crisis es padecimiento y vamos a procurar dar también una esperanza», ha manifestado.
Asimismo, ha hecho hincapié en la «maravilla» que supone haber vuelto a dar luz a «toda esa belleza» y que contiene esta torre de la Catedral, incluso con detalles hechos a pesar de que los artistas originales «sabían que probablemente nadie lo iba a ver».
UNA OBRA «QUE TOCA LA FIBRA SENSIBLE»
Por su parte, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha declarado sentirse «muy contento como toledano, como ciudadano y como amante de la cultura» por el final de esta intervención. «Esta es una obra de esas que tocan la fibra sensible», ha apuntado, señalando que Toledo tiene en su Catedral «al gran imán» para el turismo.
También ha tenido palabras de agradecimiento para todos aquellos que han intervenido en la restauración. «Habéis acariciado la torre, la habéis limpiado, la habéis peinado y la habéis restaurado», ha abundado, destacando el «cariño» que se ha puesto en la obra.
Asimismo, ha insistido en que la Catedral es «un símbolo para Toledo y un símbolo nacional por su magnificencia, su representación, por lo que ha visto y por lo que se ha hecho escuchar».
DÍA «DE ESPERANZA»
Mientras, la alcaldesa, Milagros Tolón, ha calificado este día como «de esperanza» para la ciudad y la Catedral, que significa «mucho» para todos los toledanos desde el punto de vista patrimonial, histórico y también como motor turístico.
Tolón ha calificado de «inconmensurable» el trabajo realizado y ha recordado el «momento clave» de la caída de la piedra en 2018, porque tras ello se pudo ver la situación de la torre «y se planteó por parte de todos que teníamos que recuperar esa gran torre erosionada por los siglos».
La alcaldesa ha insistido en la «precisión y el estudio» con el que se ha llevado a cabo la restauración, felicitando a los intervinientes en la misma por el trabajo «exquisito» que ha conseguido sacar a la luz «elementos que nunca habíamos percibido y que estaban ahí», como las pizarras.
PRESENTABA MULTITUD DE PATOLOGÍAS
De su lado, el arquitecto responsable de los trabajos, Juan Pablo Camblor, ha querido iniciar su intervención recordando al arquitecto conservador de la Catedral, Jaime Castañón, quien falleció el 13 de abril a causa del coronavirus. «Suyo es el proyecto», ha reconocido.
Camblor ha detallado que, tras la inspección de la torre, se descubrió que esta presentaba diversas patologías, a pesar de que «aparentemente parecía en buen estado de conservación», que mostraron «la necesidad de una urgente restauración» para aliviar los efectos del paso del tiempo y del clima en una construcción de más de 500 años de antigüedad.
En dicho informe, se concluía que el desgaste había afectado a cornisas y frisos, los elementos más expuestos a la lluvia y cuya función es evitar que el agua corra por la fachada. Este desgaste en las cornisas había provocado que las juntas se hubieran ido perdiendo, produciendo que los bloques fueran perdiendo su unidad y permitiendo que el agua corriera por lugares imprevistos, lo que a su vez hacía que las partes lisas vieran aumentado su desgaste, especialmente en las zonas hechas con mortero de cal.
Del mismo modo, las zonas hechas en piedra blanca, un material menos duro y más propenso a la erosión que el granito, también se habían visto afectadas, al igual que la franja de pizarra negra en la mitad del cuerpo, que había ido laminándose y perdiéndose.
También se observaba que el desgaste había supuesto unas pérdidas volumétricas, fracturas y degradación, acrecentadas por el efecto de las palomas. También se detectó corrosión y oxidación en los elementos metálicos de los huecos de las campanas.
Una vez realizado este diganóstico, se elaboraron los planos y los criterios de restauración, donde el principal ha sido el de recuperar los elementos de protección frente a la incidencia de la lluvia «con el máximo respeto por los elementos y técnicas originales».
Así, para la consolidación de la piedra se han hecho intervenciones como el sellado de grietas o la sustitución puntual de bloques que tenían un mayor grado de rotura. En lo referente a la protección de las cornisas se ha hecho un emplomado de los planos horizontales superiores.
ANDAMIO DE 22 PISOS
Mientras, el conservador y restaurador de la Catedral, Antonio Sánchez, ha detallado que para la obra se tuvo que poner un andamio de 22 pisos y con una distribución de personal «interviniendo constantemente».
Sánchez ha comentado que, junto a todos los trabajos de reafirmación de los elementos afectados, también se ha hecho una limpieza superficial con agua de la torre, quitando el barro que había en la superficie y añadiendo silicato de aluminio en algunas zonas.
UNA OBRA INICIADA EN 1380
La torre de la Catedral de Toledo es una obra comenzada en 1380 por Pedro Tenorio con piedra berroqueña de la cantera de Guadajaraz, continuada por el maestro de obras de la Catedral Alvar Martínez, y rematada años más tarde por Hanequin de Bruselas durante el siglo XV. Posee una altura de 93 metros.
Proyectada sobre la antigua capilla de los Reyes Nuevos, se trabajó activamente hasta alcanzar, en 1428, la franja de piedra de pizarra, que son lápidas reutilizadas, extraídas del suelo de la anterior capilla. Al año siguiente se alcanzó el último cuerpo, en el que se abren los arcos para las campanas.
Exteriormente, el cuerpo cuadrado de la torre se divide en seis cuerpos desiguales. El primero, liso, obra del maestro Alfonso de 1380, en tiempos del arzobispo don Pedro Tenorio, se diferencia de los demás al estar éstos divididos en paneles o recuadros. Su planta es cuadrada, con estribos en los ángulos.
En el segundo cuerpo, ya a cargo de Alvar Martínez, son las columnillas y resaltes rematadas por un friso de pizarra negra sobre el que van los escudos del arzobispo Martínez Contreras con cruces y castillos, y otro con un león rampante.
Sigue un tercer cuerpo que tiene los mismos resaltes de columnas con un capitel vegetal corrido de piedra blanca de Regachuelo, Encima del capitel, el cuerpo se remata con un friso de arquillos ciegos apuntados con azulejería valenciana de Manises en azul y blanco. El cuarto cuerpo continúa con los resaltes, pero es más bajo y se remata con un friso de sarta de bolas y cabezas salientes de frente.
En 1432 se llega al quinto cuerpo, en el que se abren las ventanas. El conjunto de Alvar Martínez quedó rematado con un último tramo más pequeño en el que resaltan los escudos del arzobispo Juan de Cerezuela.