El detenido por el homicidio de la calle Barcelona de Santander, en el que murió apuñalado un hombre de 39 años en agosto de 2018, es un santanderino de 25 años, aunque en el momento de la detención residía en la localidad toledana de Seseña. En la operación también se ha detenido a un primo suyo, de edad similar y santanderino igualmente.
Ambos huyeron de la capital cántabra tras ocurrir los hechos y se han ido moviendo por separado, a lo largo de estos meses, por diferentes ciudades españolas, adoptando todo tipo de medidas de seguridad para no ser descubiertos y arropados siempre por el extenso clan familiar al que pertenecen.
Tras una compleja investigación policial, finalmente el autor material del homicidio fue detenido el pasado 3 de junio en Seseña, donde residía con su pareja, y se encuentra ya en prisión en el Centro Penitenciario de Ocaña, en la provincia de Toledo.
Su primo, al que se considera autor de un delito de lesiones por golpear a la víctima de forma «brutal», fue detenido tres días después en Santander y se encuentra actualmente en libertad, aunque sujeto a medidas cautelares.
Los detalles de la operación, denominada ‘Vendetta’, por el nombre del pub donde se produjo el suceso, han sido dados a conocer este jueves en rueda de prensa por el delegado del Gobierno en Cantabria, Eduardo Echevarría; el jefe superior de Policía de esta comunidad, Héctor Moreno, y responsables policiales de Santander y Madrid, que han participado en la investigación.
Según han explicado, tras producirse el apuñalamiento, la mañana del 18 de agosto del año pasado, en el exterior del pub en que se encontraba la víctima, Javier Pereira, los ahora detenidos se marcharon de Santander y se han movido durante estos 10 meses por diferentes puntos del territorio nacional, como País Vasco, Madrid o Castilla-La Mancha.
Aunque ya se había identificado al presunto autor material del apuñalamiento, la policía se encontró con la dificultad de su pertenencia a un grupo familiar «muy cohesionado» y que ha contribuido «muy activamente» a dificultar su localización desde un «secretismo total».
A ello se sumaba la «presión adicional» de evitar que el sospechoso pudiera causar daños a otras personas, ya que se sabía que solía ir armado y era peligroso. Además, la demora en su localización podría haber supuesto cambios físicos que habrían dificultado su identificación, según han señalado los investigadores.
Tras constatar que los dos primos residían en sitios distintos y no tenían comunicación entre ellos, ni usaban dispositivos tecnológicos para determinar su ubicación, finalmente la policía de Madrid centró su vigilancia en un clan familiar residente en esa comunidad y que tenía 16 domicilios distintos y más de 20 vehículos, y que se movía con «grandes medidas de seguridad» y con una «gran rotación».
Uno de esos vehículos fue localizado finalmente en Seseña, donde se identificó al principal acusado y a la mujer que vivía con él prácticamente «en el anonimato». De hecho, se comprobó que este individuo, del que no se ha facilitado su nombre, «casi no pisaba la calle y, cuando lo hacía, se ocultaba el rostro con una gorra de béisbol.
«CRUCE DE MIRADAS»
Finalmente, la detención fue posible el día en que la pareja abandonó su casa para ir a una tienda de alimentación, donde se produjo «un cruce de miradas» con uno de los agentes que le vigilaban, que constató que se trataba del sospechoso, pese a que estaba más delgado y a que entregó un DNI falso con una de las identidades que venía utilizando.
Tres días después, el 6 de junio, se detuvo en el barrio de Lavapiés de Santander a su primo, que había adoptado menos medidas de seguridad que el autor material del apuñalamiento. En su caso, se considera que golpeó «de forma brutal» a la víctima una vez que había recibido tres puñaladas en el pecho, una de ellas «mortal de necesidad».
El arma empleada no ha sido localizada. Tampoco se han desvelado otros detalles de la operación, ni se conoce con exactitud el detonante de la pelea entre el fallecido y ambos detenidos, que se podrían conocer del ambiente de la noche santanderina, y que habían coincidido las horas anteriores al apuñalamiento en algún otro local.
No obstante, la policía ha apuntado como origen de la discusión el hecho de que la víctima hubiera intercedido el día de los hechos en favor de una chica con la que habrían coincidido en alguno de los locales nocturnos.
Una vez practicadas las detenciones, se inicia la fase de instrucción judicial, lo que imposibilita que se desvelen otros detalles de la investigación por imperativo legal.
Las detenciones han sido fruto de la colaboración de las jefaturas superiores de Policía de Cantabria y de Madrid, contando con lacoordinación de la Comisaría General de Policía Judicial.