jueves, 21 noviembre, 2024

El alcohol, inhibidor de la empatía en los casos de maltrato

El estudio ha mostrado que los agresores con un consumo de alcohol excesivo y continuado presentan un mayor número de déficits en las funciones ejecutivas

Los maltratadores con un consumo de alcohol excesivo y continuado presentan un mayor número de déficits en las funciones ejecutivas y tienen más dificultades para empatizar y reconocer las emociones faciales en el rostro de su pareja que los no consumidores de alcohol y los no violentos.

Así, se desprende de un estudio realizado por el equipo de Psicología y Neurociencia de la Universitat de València para definir el perfil neuropsicológico específico de aquellos hombres con antecedentes por violencia contra la mujer en las relaciones de pareja que presentan distintos patrones de consumo de alcohol, según han explicado fuentes de esta institución académica.

El estudio, publicado en la revista Alcohol, busca facilitar la adherencia al tratamiento, así como la detección de la probabilidad de reincidencia de los agresores que pasan a disposición judicial.

En la investigación, llevada a cabo por la doctoranda Sara Vitoria y los profesores Ángel Romero, Marisol Lila y Luis Moya Albiol, de los departamentos de Psicobiología y Psicología Social de la Universitat de València, se ha comparado así tres grupos de hombres. Dos de ellos condenados por violencia de género, uno con alto y otro con bajo consumo de alcohol, respectivamente, y un tercer grupo formado por hombres sin antecedentes penales.

El estudio ha mostrado que los agresores con un consumo de alcohol excesivo y continuado presentan un mayor número de déficits en las funciones ejecutivas. Así, destaca una mayor rigidez mental, un déficit de planificación y capacidad de inhibición mayor, y también una capacidad de atención deficiente y menor memoria de trabajo.

Otra de las conclusiones publicadas en el artículo ‘Differential cognitive profiles of intimate partner violence perpetrators based on alcohol consumption’ es que estos hombres tienen más dificultades para empatizar y reconocer las emociones faciales en el rostro de su pareja que los no consumidores de alcohol y los no violentos.

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«Los resultados obtenidos son fundamentales para elaborar programas de intervención adaptados a estas particularidades, lo que supondría una mejora en su eficacia «, destaca Sara Vitoria, quien apunta la importancia de la necesidad de realizar intervenciones en las que se considere el perfil neuropsicológico de los agresores para mejorar su eficacia.

El objetivo final de la investigación es la creación de una evaluación más completa y precisa sobre la probabilidad de reincidencia, hecho de suma importancia cuando se ha de tomar una decisión rápida en las horas posteriores al momento en el que los agresores pasan a disposición judicial.

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