El miércoles 9 de agosto de 1995, en Albares, un pequeño pueblo de la Alcarria Baja, todo cambió. Parecía que iba a ser otra tarde más de verano, pero una riada estremeció a sus vecinos.
La fuerte tormenta que descargó sobre esa zona de Guadalajara a las ocho y media de la tarde provocó diez víctimas mortales e innumerables daños materiales. Siete personas perdieron la vida en Yebra. Los otros tres fallecidos fueron el director de la central nuclear de Zorita, y su esposa, cuyo coche fue arrastrado por la riada; y un camionero de 55 años, que falleció al volcar el camión que conducía en la carretera de Albares.
La riada de agua y barro arrastró todo a su paso. El agua derribó muros y entró por las puertas y ventanas de las casas, alcanzando en algunas los dos metros de altura.
Jesús Ibares estaba a punto de cumplir 16 años, salía de la piscina municipal de Albares como todos los días con su amigo Tom. Pensaban ir en moto al campo, pero comenzó a llover y pensaron que era mejor marcharse a casa. Las primeras gotas de lluvia hicieron presagiar lo peor. Jesús había oído contar a sus padres y a sus abuelos que el pueblo había sufrido graves daños por una inundación el 25 de julio de 1987, y fueron muchos los vecinos que como Jesús, pensaron que esa tarde podía ocurrir lo mismo. Ahora, con 39 años, ha publicado su primera novela “La plaza de los amigos” (Editorial Círculo Rojo), una historia repleta de aventuras y tensión ambientada en lo que ocurrió aquel verano de 1995.
¿Cómo surge la idea de escribir un libro basado en la fuerte tormenta que arrasó algunas localidades de la Alcarria Baja?
Me gusta mucho escribir. Desde hace algunos años escribo en Facebook el “Diario de un taxista”, con muy buena aceptación. El día de la riada fue distinto a todos, siempre lo recordaré y que mejor que escribir sobre un acontecimiento que te ha marcado para siempre, que es inolvidable para mí y para todos los vecinos de Albares, de Almoguera, de Yebra…
Por el título “La plaza de los amigos” parece una novela de aventuras ¿es así?
Sí, así es. La novela cuenta una historia repleta de aventuras y retos, donde se pone de manifiesto la importancia de trabajar en equipo y de ese dicho tan popular de que “quien tiene un amigo, tiene un tesoro”.
Hablemos de los personajes. Creo que son tus amigos de Albares…
Vito, Tom, Cue, J.P, Soco y Chus son amigos míos de toda la vida, con los que he compartido decenas de aventuras y más de una travesura, y con los que, por suerte, sigo teniendo una estupenda relación.
¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad hay en las casi 200 páginas de tu libro?
Se puede decir que hay ciertas cosas reales y otras imaginadas. Pero eso lo reservo para que el lector decida que puede y que no puede ser verdad.
¿Qué supuso para ti y para tus amigos lo ocurrido el 9 de agosto de 1995 en esta zona de la Alcarria?
Supuso vivir una noche muy dura, tensa, con mucha preocupación e incertidumbre. Al día siguiente, cuando fuimos realmente conscientes de la magnitud de los daños materiales -por suerte en Albares no hubo que lamentar víctimas-, el sentimiento de desolación era total, pero también las ganas de reconstruir pronto nuestro pueblo y ayudar a todo el que lo necesitara. Cuando mis amigos y yo bajamos a la piscina, el espectáculo era dantesco… prácticamente había desaparecido. Nos quedamos sin piscina el resto del verano, con lo que eso supone para unos chicos de 16-18 años en un pequeño pueblo de la Alcarria. Pero te puedo decir que no nos aburrimos.
¿De qué manera crees que cambió la riada la vida de los habitantes de Albares?
Sin duda, sirvió para unirles. Muchas veces la vida te da un revés, un giro inesperado que hace que tu día a día se vea afectado de una forma negativa, pero con la ayuda y la solidaridad de tus vecinos se afronta mucho mejor. Eso fue lo que yo viví y aprendí ese verano de 1995 y eso es lo que he querido reflejar en mi libro, que la solidaridad te salva en los peores momentos. Y esa gran lección, no se olvida en este pueblo.
Creo que parte del dinero de la venta de tu libro se destina a un fin solidario.
Sí, colaboro con AENILCE, la Fundación para la Atención y Educación de Niños con Lesión Cerebral. Como te dicho, la historia que he escrito pone de manifiesto lo importante que es ayudarse unos a otros, por eso, yo he querido destinar parte de los ingresos por la venta de “La plaza de los amigos” a la Fundación AENILCE que desarrolla proyectos muy interesantes que necesitan apoyo. Ojalá consigamos vender muchos ejemplares.
Jesús Ibares Zarco (1979) vive en Madrid pero siempre que puede se escapa al pueblo de sus padres, Albares, donde veranea y pasa muchos fines de semana. De profesión taxista, es un enamorado de la Alcarria por eso ha querido que su primera novela “La plaza de los amigos” (Editorial Círculo Rojo) hablara de esta zona de Guadalajara y de uno de los sucesos, la riada de 1995, que marcó a muchos de sus vecinos.